domingo, 12 de diciembre de 2010

CONTAR ENTRE AMIGOS DEL TEATRO


Hasta Cuenca me llevaron los cuentos la noche del 19 de noviembre.
Conté entre amigos. Al menos, eso me hicieron sentir los asistentes a la sesión que convocó la asociación "Amigos del Teatro".
Serían las nueve y media cuando llegué a casa de Paula Carbonell (¡qué buena gente es mi Paula!). Íbamos bien de tiempo, desde allí al Auditorio no se tarda demasiado. Julio conducía y compartimos unas risas hablando de adolescentes, revoluciones hormonales y cosas por el estilo (en este momento de mi vida me encuentro muy cercana a ellos, más bien vivo rodeada de ellos y ando muy sensibilizada con el tema).
Aparcamos junto al Auditorio, a orillas del Huecar. La noche estaba fresquita (no esperaba menos de Cuenca en esas fechas) pero no llovía. Nada más descender del coche cerré los ojos un instante, quería escuchar el correr del río... ¡menuda bienvenida musical! Al abrirlos, pude disfrutar de esa luz de misterio que envuelve la ciudad cuando la miras desde abajo. Es una luz amarilla, envejecida, que a veces resbala y a veces trepa por la enorme roca sobre la que se levantan las casas.
La sesión se celebraba en la cafetería del Auditorio que, con sus grandes cristaleras, me permitía seguir disfrutando de ese mágico enclave.
Cena, cuentos y amigos que me concedieron el honor de dejar mi palabra en Cuenca.
Gracias a todos los que me acompañásteis hasta tan tarde, a Paula y a Ángel por llevarme hasta allí, a Julio siempre solícito a ayudar, a Lucas porque es encantador ver cómo se ocupa y se preocupa y a Gus por cederme el final de su cumpleaños. No puedo salir de esta entrada sin pedir también disculpas al pequeño que esperó, muerto de sueño, nuestro regreso con la paciencia de un chico grande.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pareces una fantástica persona y mejor narradora.
Ha sido estupendo escucharte y conocerte